Frente al posible riesgo de que haya bacterias en la comida cruda, los que recién empiezan con esta alimentación tienen miedo de dar huesos crudos.
Muchos creen (sin razón) que los perros o gatos se van a ahogar o que les van a quedar pedacitos de hueso atascados. Hasta que lo prueban con su mascota.
Otra teoría es que los huesos crudos son peligrosos porque desgastan los dientes. Es ridículo pensar eso porque pasa lo mismo con los troncos, las pelotitas de tenis (sobre todo si tienen arena) y todo lo que se muerde, y a nadie se le ocurriría prohibir esas cosas.
El problema es que, después de casi sesenta años de propagandas de televisión y consejos veterinarios que dicen que los huesos pueden matar, a cualquiera le costaría cambiar la mentalidad y considerar que los huesos crudos son buenos para las mascotas.
No hay mucha información disponible acerca de esto, pero hay mucha gente que opina sin saber. Discuten y dan cátedra sobre qué huesos hay que dar y cuáles no, como si hubiesen descubierto la dieta perfecta. Pero solo opinan sin evidencia, así que primero vamos a ver qué información certera hay.
Freeman et al., en su significativo análisis del 2013, hecho para el Journal of the American Veterinary Medical Association, citó cuatro periódicos (Rousseau et al, 2007, Gianella et al, 2009, Frowde et al, 2011 and Thompson et al, 2012) que hablaban de cuerpos extraños encontrados en el esófago y estómago y se basaba en casos de 196 perros y 33 gatos. Estos afirman que "en el 30-80% de los casos, se encontraron cuerpos extraños de hueso . Sin embargo, si buscamos la palabra "cruda", no aparece en ninguno de los cuatro artículos".
Por otro lado, Thompson et al. (2019), en su estudio de prueba que está por publicar, tomó las experiencias de 79 veterinarios de todo el mundo, que tratan de 247.761 animales alimentados con comida cruda (196.135 perros y 51.626 gatos), analiza que tan solo el 0,28% tiene "problemas dentales" (28 casos cada 10.000 animales con dieta cruda).
En el 2012, el Dr. Rene Carlson, luego Presidente de la Asociación de Medicina Veterinaria Americana, afirmó que: "se estima que cuando llegan a los dos años de vida, el 80% de los perros y el 70% de los gatos ya tuvieron algún tipo de enfermedad periodontal".
Según estos estudios, se estima que las enfermedades dentales en los animales alimentados con alimento "balanceado" o "trocitos" se presentan en 7 de cada 10 animales, pero, en perros y gatos alimentados con comida cruda, este número se reduce a solo 28 de cada 10.000.
Fundamentalmente, comer huesos crudos contribuye con la estimulación oral y la limpieza dental (ambas estimulan un mejor microbioma oral).
Al comerlos, ejercitan los músculos de la mandíbula, cuello y torso. Son esenciales para los cachorros y son una excelente fuente de minerales, cartílago y fibra (material óseo esponjoso), limpian el lumen del intestino, estimulan la regeneración de enterocitos, de sangre intestinal y la circulación linfática y generan heces más firmes, esencial para la salud de las glándulas anales.
El alimento enlatado y el balanceado no hacen ninguna de estas cosas; sí tienen micronutrientes, pero no necesariamente en un formato biodisponible.
Cepillarle los dientes a tu mascota (el consejo que dan los mismos veterinarios que recomiendan trocitos o enlatados) está muy bien, pero hay muy pocos perros y todavía menos gatos que se dejan cepillar la cara lingual de los dientes (parte de adentro), lo que pone en tela de juicio si vale la pena hacerlo, teniendo en cuenta que el 40% de los dientes y las encías no se pueden alcanzar a diario.
En el mundo veterinario que está a favor de la alimentación cruda, hay una opinión bastante generalizada que se basa en evidencia empírica y dice que los perros y gatos cuyos padres fueron alimentados con una dieta cruda, incluyendo huesos con frecuencia, tienen mejores dientes y menos daño dental que los animales que incorporan los huesos a mediana edad. No se sabe si es un efecto epigenético o si solo se debe a una mejor nutrición de los padres.
Los huesos de extremidades grandes, especialmente de carnes maduras (como res, cordero y cerdo), tienen huesos corticales más grandes, densos y quebradizos que, por ejemplo, el pecho, las costillas o las vértebras de los mismos animales.
Ha habido algunos casos de daño dental o cuerpos extraños debido al consumo de estos huesos grandes (de res, cerdo y cordero) en perros que tienen una dieta cruda. Puede ocurrir una rotura de placa (y la corona del diente se puede caer) cuando se mastican huesos duros (como puede pasar también con ramas, juguetes de cuero y otros), pero suelen poder arreglarse. La periodontitis y la inflamación alrededor de los dientes o en las encías no.
Los perros que recién empiezan a comer comida cruda no deberían exponerse a estos tipos de material óseo durante el primer año de dieta. En cambio, dale los más "suaves" para empezar: carcasas y cuello de ave y conejo.
La Sociedad Veterinaria de Alimentación Cruda (RFVA) recomienda no dar huesos grandes y largos de animales de ganado.
Por lo general, a los gatos les resulta bien el material óseo de aves. Hay una Escala de Gradación de Huesos que se puede incorporar una vez que las mascotas hayan seguido la dieta cruda por un tiempo.
Los huesos muy grandes (con médula ósea) que vimos antes son un riesgo también para la salud dental, incluso para los perros que llevan mucho tiempo en la alimentación cruda. Esto se debe al ángulo artificial que le hacen cuando cortan el borde: se puede meter entre los dientes y ejercer muchísima fuerza hasta romper los dientes, lo que tal vez explica algunos de los problemas de rotura de placas que mencionamos antes, mayormente en los cuatro premolares. Obviamente, esto se puede prevenir al no dar huesos grandes cortados de manera artificial.
Los huesos con mucha carne (en oposición a los que se les sacó la carne con la mano o a máquina) suelen ser más seguros porque la carne firme y los tejidos conectivos sirven para amortiguar el golpe de los dientes contra las superficies más quebradizas de los huesos, lo que reduce el daño microscópico que se produce con la fuerte presión en el borde filoso de la corona.
Los perros grandes por lo general están bien con los huesos pequeños (pueden tragarse alas, cuellos de pollo, etc. enteros) y con los huesos grandes (se les dan como huesos recreativos).
Para los perros de tamaño mediano lo mejor son los huesos grandes o los chicos, pero solo dale los chicos si están acostumbrados.
Los perros de tamaño pequeño pueden comer huesos chicos y medianos.
Para los gatos, como dijimos antes, lo mejor son los huesos más chicos.
Es muy probable que los cuernos, por consenso general de la RFVS, causen fracturas dentales.
De igual manera, los huesos de plástico o de cuero que se suelen vender en los pet shops están absolutamente prohibidos debido a su alto nivel de toxicidad. Pasan por muchísimos procesos espantosos con infinidad de químicos tóxicos, algunos de ellos son: peróxido de hidrógeno, blanqueador, colorantes artificiales y benzoato de sodio. Otros de los químicos que se encontraron en los huesos crudos de cuero son: plomo, arsénico, mercurio, sales de cromo y formaldehído.
Si un perro o gato pasa de una dieta cruda blanda o de trocitos/balanceado directo a comer huesos quebradizos, puede haber problemas de daño dental, cuerpos extraños o astillas.
Alternar los trocitos o enlatados con huesos cada tanto también es peligroso.
Muchos dueños, en especial de gatos, infantilizan a sus mascotas y les dan solo comida blanda tipo de bebé, lo que aumenta el riesgo si después comen un hueso.
La mejor manera de introducirlos es empezar con los más blandos e ir avanzando según la Escala de Gradación de Huesos.
Una vez que tu mascota haya estado consumiendo una dieta cruda por aproximadamente un mes (sin huesos para masticar, pero con polvo de hueso en la carne), para activar un pH óptimo e inducir los cambios adecuados en el microbioma intestinal, empezá con los huesos más blandos como la tráquea de res o cordero, o carne o pescado secos (sin conservantes, colorantes ni ningún otro aditivo).
Después de más o menos un mes, pasá a huesos blandos como pecho o costillas (huesos que no pesan), alas de pollo, carcasas de pollo o pavo, etcétera.
Después de un periodo de acostumbramiento (normalmente otro mes o dos), empezá a introducir cuellos de pato, pollo o pavo.
Solo después de un año de masticar huesos con frecuencia, podés considerar empezar con huesos más grandes de carnero, venado o res.
No compres huesos de patas cortados ni se los des enteros, no es apropiado para su especie.
Cada uno va a encontrar su método ideal, pero algunos de los consejos son alimentar a la mascota solamente en la cocina donde es más fácil limpiar el piso (tené cuidado con los productos de limpieza tóxicos), o, al revés, dárselos solo en el patio para no ensuciar la casa.
Es mejor que, si tenés dos gatos/perros, los alimentes en ambientes separados para evitar que se vean y se genere un antagonismo.
Evitá darles de comer en un ambiente con gente, como el comedor o la cocina a la hora de comer, donde puede haber mucho ruido y movimiento, porque se pueden estresar. El beneficio del hueso crudo es que no solo es saludable, si no que también ayuda con la estimulación mental y reduce el estrés.
Los huesos se pueden dar congelados (está bueno para el verano), pero solo si tu mascota ya tiene experiencia.
Los huesos se deberían dar con frecuencia, por lo menos dos veces a la semana.
Los cachorros y los gatitos bebés pueden empezar con huesos blandos apenas empiecen a comer alimento sólido.
Tienen las bocas y los dientes tan chiquitos que al principio solo los lamen, pero está bueno que se familiaricen con la textura, olor y tamaño de los huesos, así después están mejor preparados para cuando realmente puedan comerlos (un par de semanas o meses después).
Los huesos se le pueden dar a un perro o gato durante toda la vida, o mientras tengan suficientes dientes. Si no los tiene, es esencial que le des material óseo en la comida, por ejemplo, hueso molido.
El caldo de hueso es una forma excelente para transicionar a los animales a la comida cruda.
Es muy útil para fomentar la sed en los animales que no la tienen debido a urolitiasis, enfermedades o drogas que puedan dañar el interior de la vejiga, por ejemplo, la ciclofosfamida.
Elegí los huesos según las intolerancias de tu perro o gato, por ejemplo, si tu mascota es alérgica al pollo, no uses huesos de pollo para la sopa.
Asegurate de hervir el caldo durante por lo menos cuatro horas, ocho si es posible. Las hierbas se la pueden añadir al final del proceso, pero no son necesarias. No le pongas sal, pimienta ni otros condimentos.
Hacé clic acá para ver las recetas y aprender a hacer los caldos.
Los huesos y el material óseo, cuando se los elige bien y se dan de manera responsable y adecuada, no son más peligrosos (ni a corto ni a largo plazo) para la salud de las mascotas que cualquier otro enfoque nutricional más aceptado socialmente.
Los dientes, como los tejidos del hígado y riñón, tienen contenido redundante, nacemos con más tejidos de lo que necesitamos para sobrevivir (el 70% más en el caso del hígado y del riñón), aunque si se te gasta el 70% de los dientes o se te caen, estarías en un estado lamentable y no podrías sobrevivir en lo salvaje. Los dientes están hechos para gastarse. Mientras que no estén tan desgastados como para que haya tejido sensible expuesto, está bien, pero hacételos ver.
Para masticar el alimento balanceado, los gatos y los perros solo usan los molares, pero, para masticar huesos, usan todos los dientes y ejercitan toda la boca y la mandíbula, lo que estimula la salivación y masticación.
Este proceso inicial centrado en la evolución cambia la fisiología para poder romper bien la comida, con más eficiencia y que pase sin problemas a través del tracto digestivo. Se necesita masticar, roer y analizar visualmente la comida de manera adecuada para que no falle todo el proceso psico-neuro-endocrino-inmunológico, se generen desequilibrios ni se extienda a lo largo de todo el tracto digestivo, lo que podría afectar la salud a la largo plazo.
En conclusión, los huesos crudos tienen muchos más beneficios que desventajas para perros y gatos y deberías incorporarlos en la dieta de tu mascota, solo tenés que guiarte por la Escala de Gradación de Huesos para asegurarte de que le estás dando el tipo de hueso adecuado.
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